Der folgende Text ist Teil unseres Dossiers zu internationalen Perspektiven und Solidarität in der Corona-Krise.

Statement von Claudia (Chiapas/Südmexiko)

Angesichts dieser Krise des Kapitalismus ist die Situation im Bundesstaat Chiapas in Südmexiko sehr komplex. Wir gehören national zu den am stärksten verarmten Bundesstaaten und haben erhebliche Gesundheitsprobleme, die mit dem mangelnden Zugang zu Wasser vor allem in den indigenen und ländlichen Comunidades zu tun haben. Der Großteil der Bevölkerung verdient nur das Geringste für das tägliche Überleben.

Ein weiteres Problem ist, dass viele Strategien zum Umgang mit der Pandemie Ungleichheit weiterführen. Die Quarantäne kostet wesentlich mehr für Menschen, die auf einer täglichen Basis leben. Außerdem der eingeschränkte Zugang zu Gesundheit in einem bereits demontierten Gesundheitssystems: Hier kannst du bereits wegen einer alltäglichen, aber schmerzhaften Magen-Darm-Erkrankung sterben.

Ein weiterer Aspekt betrifft die Migration, denn Chiapas ist ein Durchgangsgebiet für Migrant*innen, nicht nur für Mittelamerikaner*innen. Das stellt diese Menschen im Rahmen einer erzwungenen Migration vor größere Benachteiligungen, vor allem durch ausbeuterische Großprojekte, militärische, paramilitärische Gewalt und organisierte Kriminalität in ihren Territorien.

Für Frauen erhöht die Arbeit von zu Hause auch die Pflegearbeit, da sie viel mehr Zeit investieren müssen: Fürsorge, Essensverwaltung, Lehr- und Pflegeaufgaben. Dieses Problem ist unsichtbar.

Auf der einen Seite ist die Politik aufmerksam gegenüber der Pandemie und der sozialen Distanzierung. Wir haben immer noch nicht das Militär auf den Straßen, und das ist sehr gut, denn der Militärapparat in Mexiko verbucht mehrere systematische Verletzungen der elementarsten Grundrechte. Aber für die ländlichen, indigenen, und bäuerlichen Gemeinschaften, ist eine soziale Distanzierung nicht möglich, weil sie täglich nach draußen müssen, selbst auf die Gefahr hin, sich anzustecken. Also für viele bedeutet es, entweder nichts zu essen oder sich mit Covid-19 anzustecken.

Wir sehen, dass die Politik der Zerstörung der mexikanischen Bundesstaaten weiterhin gefördert wird, während die Bevölkerung gebeten wird, zu Hause zu bleiben. Infrastrukturprojekte wie der „Tren Maya” werden weiterhin gefördert – trotz des Widerstands der bäuerlichen Bevölkerung – sowie das in Zusammenhang mit der Ölkrise kritisierte Raffinerieprojekt von Dos Bocas. Neben dem Widerstand der Gemeinden befürchten die sozialen Organisationen, dass wir nicht für die Projekte demonstrieren können, die sich um das Leben kümmern. Denn die Pandemie schreibt vor: Bleib zu Hause.

Auch das Händewaschen ist in Chiapas ein Problem, weil der größte Teil der Bevölkerung keinen Zugang zu qualitativ hochwertigem Wasser hat. Es ist einfacher eine Flasche Coca-Cola mit Wasser aus den Quellen des Altos de Chiapas zu bekommen, als Zugang zu sauberem Wasser zu haben. Bluthochdruck und Diabetes, also Krankheiten, die auch mit dem Konsum von Coca-Cola zusammenhängen können, machen auch für Covid-19 anfälliger. So zeigt sich das Gesicht eines 40 Jahre alten Ernährungsprojekts mit Abfallprodukten aus der Agroindustrie, mit großer Ausbeutung und hohem Giftstoffeinsatz.

Es gibt eine tiefgreifende soziale, wirtschaftliche, generationsbedingte und rassistische Ungleichheit, die uns diese Pandemie sehr unterschiedlich erfahren lässt.

Im Prinzip sprechen wir über eine Krise des Kapitalismus und diese Krisen können auch zu etwas Neuem führen. Aber wir müssen als erstes sehen, dass diese Krisen weltweit unterschiedliche Auswirkungen haben und dass es die wirtschaftlich am stärksten verarmten Bevölkerungsgruppen sind, die für die Auswirkungen dieser Pandemie bezahlen. In dieser Pandemie – die nur ein Symptom dieser Krise ist – wird Solidarität wichtig, da wir nicht alle „im selben Boot“ sitzen, wenn wir der Pandemie gegenüberstehen.

Dies veranlasst uns, unsere derzeitige Lebensweise zu überdenken. Es gibt viele Formen der lokalen Solidarität, die Lebensmittelkollektive, Leute, die Menschen aus der Nachbarschaft versorgen und Lebensmittelkörbe mit gesunden Produkten für die Bedürftigsten organisieren, sowie Kooperativen und Organisationen und vor allem Frauen, die das Wasser verteidigen. Wir bekämpfen weiterhin das System, dass nur versucht, Tod und Zerstörung über unsere Gebiete zu bringen.

Die Landwirt*innen teilen sich die agro-ökologische Produktion in den Gemeinden, denn gesunde Lebensmittel sind die Grundlage für eine gute Gesundheit. Gemeinschaftliche Gesundheitsprogramme, sowie solidarische Journalisten, die Informationen in lokale [indigene] Sprachen übersetzen (da das meiste davon auf Spanisch ist).

Hier haben wir bereits viele Formen der Solidarität, aber zweifellos brauchen wir mehr Hände. Aber vor allem führt es auch dazu, dass wir umdenken: dass Gesundheit kollektiv ist, dass wir nicht von unserer Umwelt abgekoppelt sind und dass wir viele Compañerxs brauchen, um die Pflegearbeit in unseren Gebieten sicherzustellen.

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Agua y Vida: Mujeres, Derechos y Ambiente.

Enfrentar esta crisis del capitalismo desde el Sur de México, en Chiapas, es una situación es muy compleja, somos de los estados más empobrecidos a nivel nacional y con afecciones de Salud importantes que tienen que ver con la falta de acceso al agua principalmente en comunidades indígenas y rurales. La mayor parte de la población gana el mínimo diario para vivir.

Otra cuestión es que muchas estrategias de seguir en la pandemia en cuestión de desigualdad, con la política de quédate en casa, hay un costo mucho mayor para las personas que viven al día, y de acceso a la salud porque ante un sistema de por sí desmantelado de salud, acá te puedes morir de una enfermedad gastrointestinal como una cotidianidad que duele.

Otro aspecto es pensar en poblaciones migrantes, Chiapas es paso de Migrantes, no solo centroamericanos y eso ubica a estas personas en cuestiones de muchas más desventajas en el marco de una migración forzada, principalmente por proyectos de extracción y violencia militar, paramilitar y ligada al crimen organizado en sus territorios.

Para las mujeres el trabajo en casa también está incrementando nuestro trabajo de cuidados al tener que invertir mucho más tiempo: Cuidando, gestionando alimentos, haciendo de maestras, enfermeras y esta cuestión no se visibiliza.

Por un lado una política de atención a la pandemia, ha sido de distanciamiento social, aún no tenemos a las fuerzas militares en la calle y eso está muy bien, pues el aparato militar en México registra en su haber múltiple de violaciones sistemáticas a los derechos más elementales de las personas. Para las comunidades rurales, indígenas, racializadas y campesinas que viven al día pues no es posible el distanciamiento social porque tenemos que salir al día a día, incluso con riesgo de contagio, pues para muchos o significa no comer o contraer covid-19.

Vemos que la política de destrucción se sigue siendo impulsada en los territorios, en México mientras se nos pide quedarnos en casa a la población en general, se sigue el impulso de proyectos de infraestructura como el del Tren Maya- a pesar de la oposición de poblaciones campesinas-, proyectos de refinería Dos Bocas en el marco de una crisis de petróleo además de la oposición de comunidades í, también hay un miedo de las organizaciones sociales pues no nos pudiendo manifestar a favor de proyecto que cuiden la vida, en el marco de esta pandemia que nos repite una y otra vez : Quédate en casa.

La cuestión del lavado de manos es también una situación a la que nos enfrentamos pues la mayor parte de la población de Chiapas, no tiene acceso a agua de calidad y cantidad, además de que es más fácil conseguir una botella de Coca-Cola envasada con agua de los manantiales de los Altos de Chiapas que tener acceso a agua limpia. La hipertensión y diabetes que son enfermedades relacionadas a la alta ingesta de Coca-Cola y que también te predisponen al Covid-19, muestran la cara de un proyecto de alimentación de 40 años con productos basura provenientes de la agroindustria y de la explotación a gran escala con alto uso de tóxicos.

Hay una profunda desigualdad social, económica, de genera y racial que claramente nos hace vivir de manera diferente esta pandemia.

En principio se habla de las crisis del Capitalismo y como estas crisis pueden dar paso a algo nuevo, lo primero que tenemos que ver es que esas crisis tienen efectos diferenciados alrededor del mundo y que son las poblaciones más empobrecidas económicamente que estamos pagando los efectos de esta pandemia -que es solamente un síntoma de esta crisis- es aquí cuando la solidaridad cobra importancia pues no todas estamos en “el mismo barco” al enfrentar esta pandemia.

Eso nos lleva a repensar nuestras formas de vida actuales. Existen muchas formas de solidaridad local, los bancos de comida, gente de barrio alimentando a gente del barrio, organizando canastas de comida con productos sanos para la gente más necesitada, cooperativas, organizaciones y sobre todo mujeres defendiendo el agua, que seguimos luchando en contra de un modelo que solo intenta implantar destrucción y muerte en nuestros territorios.

Campesinas y campesinos compartiendo producción agroecológica en las comunidades, pues la alimentación sana es base de la buena salud. Programas de Salud comunitarios, periodistas solidarios traduciendo información a idiomas locales (pues la mayoría está en español)

Acá tenemos muchas formas de solidaridad que ya están caminando, pero sin duda siempre hacen falta manos, y sobre todo nos está llevando a repensar que la salud es colectiva, que no estamos desconectadas de nuestro medio ambiente y que somos muchas compañeras que estamos haciendo que con los trabajos de cuidado sigamos de pie en los territorios.

Foto: Isaac Guzmán